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Nociones básicas
Tras la conquista romana de Siria, Palmira, el oasis en el desierto sirio, se convirtió en un importante centro de caravanas y comercio hacia el este. Formando parte del imperio romano, pero localizada en la frontera con el imperio parto, Palmira se enriqueció amasando taxas, impuestos y procurando seguridad a las rutas caravaneras. Los árabes seminómadas asentados en Palmira (y en Petra, Edesa y Hatra) adoptaron la lengua aramea y la escritura aramea, la lingua franca del mundo antiguo, y desarrollaron el alfabeto a su propia manera. Noticias de Palmira, bajo el nombre de Tadmor, ya aparecen en una tablilla cuneiforme de Capadocia del principio del segundo milenio a. C. y en dos cartas cuneiformes de Mari del siglo XVIII a. C., en las que se hace mención de 'cuatro palmireños'. Tras el declive del Imperio Seleücida los árabes que vivían en el fértil oasis de Palmira descubrieron el jugoso negocio que era transportar productos entre el este y el oeste, de manera que durante 300 años Palmira creció y prosperó, teniendo su momento de esplendor durante medio siglo para caer en el colapso. Durante un corto periodo de tiempo ejerció una influencia que llegó hasta Egipto y Asia Menor, permaneciendo firme ante el poderoso Imperio Romano. Pero en el año 226 d. C. el Imperio Parto se hundió y su lugar fue ocupado por los Sasánidas. De esta crisis Palmira salió fortalecida y entre los años 265 y 267 su mandatario Odenathus u Odainath ocupó Siria y Egipto, convirtiéndose en una especie de Emperador de la Roma del este. Su esposa, Septimia bath Zabbai o Zenobia, ha dejado huella en la Historia. Sin embargo, poco después, en el año 272, Palmira se rindió a Roma y tras una revuelta, fue destruida y aunque posteriormente resurgió de sus cenizas nunca recuperó ya su prosperidad política ni comercial. El origen del palmireño se podría rastrear, junto con el siríaco, en un arameo que podríamos denominar seléucida y que habría existido entre el 250 y el 100 a. C., en el que se advierten rasgos que luego desembocarán claramente en el palmireño, por un lado y el siríaco por otro.
La figura inferior es un ejemplo de lo que decimos; se trata de la inscripción de Amassamses, descubierta en Deir Yacub, cerca de Edesa. Es una inscripción bilingüe; la línea superior es el texto en griego y la segunda sería el texto en el antepasado del palmireño y el siríaco. Esa segunda línea se ha ampliado en tamaño en la parte inferior de la figura.
Otro ejemplo de esto mismo que decimos lo constituye la inscripción hallada en el-Mal (figura inferior), en el sur de Siria, y que no es claramente ni palmireña ni siríaca.
Finalmente, al mismo género pertenece la inscripción hallada en Dura-Europos y datada hacia el 32 a. C.
Al revés que las inscripciones nabateas, arameas y sirias, las palmireñas no tienen palabras ni conceptos árabes, y se ha pensado que ello se debe a que el lenguaje coloquial de Palmira y Edesa era el arameo.
Las inscripciones palmireñas más antiguas datan del 44 antes de Cristo; en cuanto a su procedencia, se han encontrado no sólo en Siria e Iraq, sino también en Egipto, Inglaterra, Italia, Hungría y Rumanía, donde se han hallado ejemplos aislados. Esto indica que personas de origen palmireño vivieron en casi todos los países del imperio romano. Palmira fue destruida el 272 d. C. y las últimas inscripciones palmireñas son de ese tiempo.
Existe un tipo de escritura palmireña monumental (figura inferior), más formal, como esta inscripción del año 271 d. C.
Hay otra, más cursiva (como en la figura inferior), que se emplea en papiros y cuero.
La inscripción inferior procede de un altar dedicado al sol (Malakbel) y la lectura es la siguiente:
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