La conquista de Inglaterra, llevada a cabo en 1066 por
Guillermo (precisamente por eso llamado "el Conquistador"), duque de
Normandía, tuvo consecuencias importantes desde el punto de vista cultural.
Aunque de origen nórdico, los normandos hablan perdido por completo su lengua y asimilado el
francés, que fue la lengua que llevaron a Inglaterra: también la nobleza inglesa se adaptó al
uso de la corte y los vasallos normandos. Se asistió así a una rápida decadencia de la literatura anglosajona, paralela a la difusión del francés como lengua de literatura, de
los tribunales, etc. aun fuera de la corte, que ya citamos.
El francés trasplantado a Inglaterra, por supuesto, no era nada más el "normando", pues con Guillermo el
Conquistador iban nobles y soldados de varias regiones de Francia
septentrional; su colorido, con todo, era principalmente normando. De ahí que a la variedad
que se fue formando en suelo inglés se le diese el nombre -impropio, a decir verdad- de
anglonormando (más justo seria el de anglofrancés, que otros
estudiosos han propuesto, pero que no ha corrido con suerte).
El prestigio de este anglonormando fue tan grande que basta autores
ingleses de nacimiento lo emplearon con fines literarios. Tenía algunas particularidades que lo distinguían del francés del continente. Durante la segunda mitad del siglo
XIII, las diferencias se tornaron más sensibles, por influencia del sustrato
inglés. No fue sino hasta mediados del siglo
XIV cuando el inglés consiguió recuperar la supremacía, aunque muchos documentos oficiales siguieran redactándose en francés.
Aunque adoptaran el francés como medio de comunicación, los normandos conservaron muchos términos
escandinavos con afán estilístico y diferenciador, que han sufrido cambios fonéticos, pero son característicos de esta variedad idiomática. Existe un amplio inventario en los topónimos y los patronímicos. Durante el primer periodo, el
anglonormando desempeñó un papel importante tanto en la literatura francesa como en la inglesa, así como en la evolución del inglés de la
Edad Media. Entre las obras más importantes que se escribieron en este dialecto, están las crónicas de carácter histórico, dado que fue en Normandía donde aparecieron las primeras obras de este tipo que no emplearon el latín, sino la lengua vernácula. Geoffrey Gaimar, poeta e historiador anglonormando del siglo XII escribió
Estorie des Engles (Historia de los ingleses). Otro cronista anglonormando, Wace, escribió
Roman de brut o La geste de Bretons (La gesta de los bretones). Entre los años 1160 - 1174 escribió
La geste des Normands (La gesta de los normandos), también conocida por
Roman de rou, poema épico escrito en diecisiete mil versos decasílabos y octosílabos. Otras obras del siglo XII son el Cumpoz (un calendario eclesiástico) y el
Bestiaire (Bestiario) del poeta normando Philippe de Thaon o Thaün, las leyes de Guillermo I el Conquistador, algunas versiones de los poemas de gesta como la de la
Chanson de Roland (Canción de Roland) y la producida en este dialecto
ChanÇun de Guillelme (Canción de Guillelme), que seguramente pertenezca al final del siglo XI. El siglo XIII fue el mejor momento de la producción literaria en este dialecto. Pertenecen a este periodo los poetas: Fantosme, que escribió una crónica sobre las invasiones escocesas que ocurrieron entre 1173-1174, Angier, autor de una biografía de san Alberto Magno, y Guillaume de Berneville, quien escribió la vida de san Gilles. Tema de varios poemas anónimos fueron el mártir inglés Thomas Becket, el legendario caballero inglés Bevis de Hampton (Boeve de Haumtone), san Auban y otros personajes. Además se hicieron versiones de otras obras célebres de la época como
Pèlerinage de Charlemagne (La peregrinación de Carlomagno), el misterio
Le Jeu D'Adam (mal traducido durante muchos siglos por El Juego de Adán), así como Fabliau du Héron. En el siglo XIV, que marca el declive de su literatura, el anglonormando Nicole Bozon escribe
Contes moralisées (Cuentos morales), además hay que señalar algunas versiones sobre los episodios más famosos de la Biblia. Después de esta caída se siguió empleando el francés en los tribunales de Inglaterra hasta la segunda mitad del siglo XVI. A finales del XVIII desapareció completamente este uso y sólo subsisten algunos términos legales en los tribunales de las islas del Canal.
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