Los varones iatmul son agresivos y violentos y las relaciones
entre ellos se caracterizan por la competencia y las continuas camorras, de modo
que el control comunitario se ejerce por medio de la fuerza. Nada demuestra más
este hecho que la ostentación que hacen los hombres iatmul de llevar colgados
objetos corporales de sus enemigos asesinados como trofeos. No obstante, las relaciones sociales entre parientes y en el núcleo
familiar son buenas generalmente, caracterizadas por el intercambio y la ayuda
mutua.
En cambio, entre las mujeres iatmul las relaciones sociales
son muy
diferentes, pues ellas proveen la necesaria cohesión social al poblado al
enfatizar la cooperación en las actividades sociales, como la recolección de
la comida y la crianza de los hijos. Las mujeres iatmul dominan la vida
económica de los poblados y dentro de sus hogares tienen una considerable
autoridad en virtud de su poder económico, aunque sometidas al ritual y fuerza
física de los hombres.
Los poblados iatmul realizan frecuentes correrías sangrientas contra otros poblados
iatmul,
sin que la lengua común sea obstáculo para ello.
En la sociedad iatmul coexisten dos principios de convivencia: coerción y
consenso, cada uno de ellos aplicado a esferas particulares. La coerción se
aplica en las relaciones entre hombres sin emparentar y entre hombres y mujeres,
mientras que el consenso se aplica entre hombres emparentados y entre las
mujeres.
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