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Rama Urálica

Historia

La familia urálica deriva de su nombre de la cadena montañosa de los Urales, supuesto hogar ancestral de la lengua proto-urálica. El término urálico se refiere a la mayor familia de lenguas de Eurasia septentrional y consiste de al menos treinta lenguas habladas en comunidades esparcidas por una amplia región que limita al occidente con Noruega y Hungría y al oriente con la península de Taimyr y los ríos Yenisei y Obi en Siberia occidental.

Los ancestros de los pueblos urálicos se supone que ocuparon un amplio cinturón de la Rusia central europea hace seis mil años. En el tercer milenio a. C. comenzaron a emigrar en diferentes direcciones, asentándose en tierras muy distantes de su hogar original. Unos se movieron hacia el noroeste hasta Estonia y Finlandia, otros hacia el norte y otros hacia el este, ocupando las tierras de Siberia occidental.

Se han hecho muchos intentos de relacionar a la familia de lenguas urálica; por ejemplo se le ha tratado de conexionar con la indoeuropea, pero las diferencias morfológicas y fonológicas son tan manifiestas que la dificultad es insalvable. También se ha intentado relacionarla con la familia altaica, lo cual tiene más fundamento morfológico y fonológico, pero el problema en este caso reside en el hecho de que lo que denominamos altaico no es una familia propiamente dicha, en el sentido que la urálica lo es o la semítica o la esquimal-aleutiana, sino que más bien se trata de un tronco o grupo de familias que contiene la túrcica, la mongola y la tungús.

La única candidata creíble para compartir estatus con las demás lenguas que forman la familia urálica es la yucaguira, si bien tal vez sería mejor clasificarla como lengua aislada, es decir, sin proximidad lingüística conocida. La yucaguira es una lengua hablada en Siberia nororiental por unas 300 personas esparcidas en pequeños grupos, siendo catalogada en ocasiones dentro de un grupo denominado paleo-siberiano de lenguas, radicado en Siberia central y nororiental.

En términos culturales los pueblos urálicos son muy diferentes unos de otros, siendo erróneo hablar de una unidad étnica de los hablantes de esas lenguas. En general los hablantes de lenguas urálicas no difieren grandemente ni en apariencia ni en costumbres de sus vecinos; por ejemplo, los húngaros presentan su propia corriente dentro de la cultura europea central, pero es más europea que la de sus parientes lingüísticos, janti y mansi en Siberia occidental. Igualmente, los fineses se ajustan al modelo escandinavo de cultura, como lo hacen los estonios.

La mayor parte de los otros pueblos urálicos en la Rusia europea difieren poco en apariencia y costumbres de la población rusa de alrededor y en el caso de grupos pequeños (como las lenguas balto-fínicas) están en la fase final del proceso de asimilación étnica y lingüística que comenzó a comienzos del segundo milenio d. C. Los pueblos urálicos de Siberia y del Extremo Norte, como los obi-ugrios y los samoyedos, se ajustan al sistema tradicional de subsistencia, caza, pesa y crianza de renos, de los otros pueblos no urálicos de la misma región.

Datos

La familia urálica está compuesta por dos grandes ramas: la samoyeda y la ugro-finesa, la primera se habla principalmente al este de los Urales y se piensa que desciende de una proto-lengua urálica que se esparció hacia el este, desarrollando una existencia separada y un vocabulario aparte. Muchas de las lenguas que surgieron de esta lengua se han perdido sin dejar rastro, si bien informes de exploradores europeos del siglo XVII nos han dejado información sobre seis lenguas samoyedas: nganasan (tauguí), enets o éncico (samoyedo-yenisei), nenets o néncico (yurak), selcupo (samoyedo-ostiaco), kamasiano y mator (motor), habiéndose extinguido las dos últimas; la mator fue reemplazada por lenguas túrcicas durante la primera mitad del siglo XIX y si se conoce hoy día es por el hecho de haberse realizado un trabajo filológico con listas de palabras; el último hablante de kamasiano murió en 1989. Todas estas lenguas samoyedas son minoritarias, siendo la más numerosa la néncico (27.000), seguida de la selcupo (menos de 2.000), tauguí (600) y éncico (100).

Dialectos

La rama ugro-finesa es mucho más grande y numerosa que la samoyeda y, probablemente, siempre fue así. Una de sus subdivisiones es muy antigua y llega hasta el tercer milenio a. C. Se puede dividir la rama ugro-finesa en dos grandes grupos:

Escritura

El manuscrito más antiguo en una lengua urálica es una oración fúnebre en húngaro que procede del siglo XIII y es una traducción libre del latín. Existe también un fragmento de doce palabras en carelio de ese mismo siglo. En antiguo permio la forma más temprana es el komi, que recibió su propio alfabeto (basado en el griego y el eslavo eclesiástico) en el siglo XIV por medio de Esteban de Perm. Los primeros textos finlandeses y estonios son obras del siglo XVI. La lengua sami fue puesta por escrito en el siglo XVII.

A partir del siglo XVII casi todas las lenguas urálicas más populosas tiene forma escrita. Actualmente las lenguas urálicas usadas en Rusia se escriben en un alfabeto cirílico adaptado mientras que las demás emplean el alfabeto latino modificado a sus propios sonidos. Por ejemplo, la importante distinción entre las vocales cortas y largas en finés se indica duplicando las letras por vocales largas (aa en lugar de a) mientras que en húngaro la vocal larga se marca por un acento (á en lugar de a).

Gramática

Las lenguas urálicas se distinguen por su complicado sistema de casos: quince en finés y diecisiete en húngaro, los cuales tienen como propósito dar significados espaciales y servir como funciones gramaticales, indicando el predicado directo e indirecto del verbo. Aunque en comparación con los seis casos de la lengua latina este sistema parece muy complejo, las formas son muy regulares y generalmente predecibles.

Otra característica de las lenguas urálicas es su armonía vocal, según la cual una palabra sólo puede contener un determinado tipo de vocal; para cumplir este requisito, los sufijos cambian su forma de acuerdo a las vocales de la palabra a las que están asociadas. Este es el único aspecto en el que las formas de los casos en húngaro son irregulares: por ejemplo, el sufijo -on se convierte en -en en hegy-en (sobre la colina) y en -ön en fold-ön (sobre el suelo).

Desde una perspectiva tipológica, las lenguas urálicas orientales se adhieren más al orden sujeto, complemento y verbo, como las túrcicas, mientras que las occidentales se parecen al tipo general europeo, sujeto, verbo, complemento.