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Los tolerantes reyes persas permitieron a las naciones que sujetaron bajo su poder tener reinos autónomos en su imperio. De esa forma varios estados lograron mantener su identidad cultural; en Hatra y Edesa se desarrollaron escrituras arameas independientes. En Hatra, igual que en Edesa (y en Palmira a lo largo de la frontera del imperio romano), los reyes árabes habían gobernado desde el siglo I antes de Cristo. La riqueza de Hatra (un oasis entre el Eufrates y el Tigris), como la de Palmira, derivó del comercio internacional que pasaba por la zona. Las excavaciones arqueológicas en Hatra mostraron restos que daban testimonio de un floreciente Estado. Entre esos restos había 400 inscripciones arameas. La mayor parte de esas inscripciones son votivas, escritas en un sistema que tiene algo de afinidad con los escritos del sur de Mesopotamia, como el mandeo y el elymaico, por un lado, y con el palmireño y el siríaco por otro, pero que tienen elementos que hacen que la escritura hatrea tenga personalidad propia. La inscripción datada más antigua proviene del año 409 de la era seleúcida, que corresponde al 97/8 después de Cristo. La escritura de esta inscripción (figura inferior) ya está bastante desarrollada.
La inscripción más tardía (figura inferior) tiene fecha de 238 d. C.; parece ser que después de esa fecha, Hatra fue destruida por los sasánidas, tal vez por Shapur I, quien gobernó en 240 d. C.
En Armenia, Garni, se ha encontrado otra mostrada en la figura inferior. Todas estas inscripciones pertenecen a los siglos II y III d. C.
La escritura hatrea se escribía de derecha a izquierda y en la figura inferior podemos ver el desarrollo del alfabeto de acuerdo a los distintos lugares donde se usaba. Las modificaciones son mínimas a lo largo del tiempo y tienen que ver con algunas letras, como he, gimel y ayin.
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