Las lenguas iroquesas fueron, probablemente, las primeras de América del Norte en ser puestas por escrito por los europeos, al transcribir Cartier algunas palabras de una tribu
que encontró en la Bahía de Gaspe en 1534.
En el momento del encuentro con los europeos, los hablantes iroqueses vivían hacia el norte en Quebec,
hacia el sur en Georgia y desde las costas de Virginia y las Carolinas en
el este hasta Ohio, Pensilvania y Ontario en el oeste.
El pueblo conocido como iroqués estaba constituido
por los mohawk, seneca, oneida,
onondaga y cayuga, quienes al comienzo del
siglo XVIII se unieron a los tuscarora de Carolina del Norte, formando
así las Seis Naciones en lugar de las Cinco Naciones. Denominados
iroqueses por los franceses, aunque los ingleses y holandeses les
denominaban mohawk, maqua o seneca, las Seis Naciones se llamaron a sí
mismas Pueblo de la Casa Grande (haudenosaunee en seneca, kanosoni
en mohawk) en referencia a su primer tipo de morada, pues las casas
iroquesas eran de grandes dimensiones, acomodando varias familias que
compartían fuegos comunes para cocinar. Los pueblos más grandes
iroqueses contenían hasta dos mil personas.
De especial importancia en la vida iroquesa eran las
mujeres, dueñas de la propiedad y responsables de la toma de decisiones
de la vida social, cuidadoras de la agricultura mientras que los hombres
cazaban en los bosques o guerreaban contra enemigos tradicionales tales
como los hurones al norte. La principal imagen masculina en la vida de un
niño iroqués no es el padre sino el hermano de la madre, siendo la madre
la figura dominante en las leyendas de la creación iroquesas.
La guerra era un elemento importante en la vida
iroquesa. A finales del siglo XV y en respuesta a las terribles
consecuencias de continuas guerras un hombre llamado Hiawatha fundó la
Liga de las Cinco Naciones. Según la leyenda iroquesa habiendo perdido a
sus cinco hijas en la guerra, Hiawatha en un arrebato de tristeza y
desesperación se adentró en el bosque donde le halló un ser
sobrenatural llamado Deganawidah, el Pacificador, quien era una reencarnación
del Gemelo Bueno de la historia de la creación iroquesa. Deganawidah
consoló a Hiawatha y le enseñó los rituales de la condolencia que
serían la base de un nuevo credo, las Buenas Nuevas de Paz y Poder,
estableciéndose de este modo la idea de paz.
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