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Alfabeto Judaico (hebreo cuadrado)

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Lengua Hebrea
Situación geográfica
Cronología

Nociones básicas

El sistema de escritura judaico es consonántico y tiene su origen hacia el siglo V a. C. El sentido de la escritura es de derecha a izquierda.

(Denominamos judaico al hebreo cuadrado, mientras que al hebreo arcaico lo llamamos hebreo. Nota del editor)


Judea en el siglo V a. C.

Probablemente los hebreos tomaron su alfabeto, que no estaba adaptado perfectamente a los sonidos del hebreo, de los fenicios. Se trata del mismo alfabeto que pasaría a los griegos y del cual derivan todas las escrituras europeas de nuestros días. En su forma original, la escritura hebrea no tenía señales para indicar las vocales, las cuales habían de suponerse.


Salmo 1:1-6

Durante la época bíblica, las vocales i, u y o vinieron a indicarse de un modo imperfecto e inconsistente; también se añadieron las señales para las vocales finales y para a y e. Sólo entre los siglos VII y IX d. C. se introducirían en el uso ordinario los diversos métodos de indicar las vocales por medio de signos colocados encima o debajo de las consonantes.

La figura inferior muestra los distintos sistemas adoptados por los judíos para definir la vocalización de las palabras. Finalmente el sistema empleado en Tiberiades adquirió preponderancia sobre los otros.

Probablemente el siríaco tiene el honor de ser el antecesor de las notaciones vocálicas supra y sublineales que luego el judaico y el árabe harán propias. Algunos eruditos afirman que el alfabeto árabe se derivó del siríaco. La figura inferior muestra un ejemplo de vocalización, con la letra b, en esos tres sistemas de escritura.

Pero el judaico, además de un sistema para notar las vocales, también posee un sistema para leer cadenciosamente el texto de la Biblia, esto es, con acentos, pausas y énfasis. La figura inferior muestra dichos acentos.

La forma de las consonantes que se utilizan en nuestros días no es la original, sino una que la sustituyó poco después del destierro en Babilonia, desarrollada por los escribas reales de dicho lugar para escribir en arameo.

Sin embargo, el antiguo alfabeto hebreo que aparece en las inscripciones y cartas anteriores al destierro, siguió existiendo y aparece en algunos de los Manuscritos del Mar Muerto, así como en monedas de los Macabeos y de Bar Kochba. Todavía lo utilizan los samaritanos.

Aquí tenemos un extraordinario fenómeno: los judíos, un pueblo conservador y rígidamente adherido a sus valores, abandonan su propia escritura por otra extraña.

Ahora bien, cuando un pueblo literato adopta un nuevo sistema de escritura es porque tiene ventajas. Los turcos modernos cambiaron a principios del siglo XX su alfabeto tradicional por el romano, con la idea de reafirmar su afinidad cultural con Europa antes que con Asia y subrayar el carácter laico de la República de Turquía. Pero sobre todo, la consideración era práctica: el alfabeto romano es un sistema más sencillo que el árabe.

Sin embargo, ni comodidad ni ideología, al menos en el período persa, explican la preferencia de los judíos por el alfabeto arameo, ya que hebreo arcaico y arameo tienen 22 letras ambos.

Durante el período del primer templo, el uso del alfabeto hebreo arcaico no estuvo restringido a escribas y personas educadas, sino que había un estrato de la población que sabía leer y escribir en la escritura nacional. Pero hacia el tiempo del segundo templo, esa escritura había sido sustituida por otra, el hebreo cuadrado, que es una derivación del arameo. Para el siglo III antes de Cristo, los textos hebreos bíblicos son escritos en escritura hebrea cuadrada. El antiguo sistema fue abandonado y preservado por los samaritanos.

Durante el período persa, los judíos usaron ambas lenguas, hebrea y aramea, y ambos sistemas de escritura. El arameo era la lengua de la administración y el comercio y la mayoría de las inscripciones de este período encontradas en Judá están escritas en arameo. Sin embargo, las monedas halladas están inscritas en hebreo arcaico. De hecho, hay una especie de lucha entre ambos sistemas de escritura y ambas lenguas, por tener la preponderancia definitiva.

En el período del segundo templo, los textos escritos en hebreo arcaico son raros, pero su uso en Qumrán, sobre todo en fragmentos del Pentateuco y en rollos en hebreo cuadrado en los que el Tretragrammaton (JHWH) y otros nombres divinos están escritos en letras hebreas arcaicas, revela que esa escritura sigue usándose y asociándose con la santidad. Hay otras pruebas que denotan el uso en la vida cotidiana del hebreo arcaico.

En Qumrán se ha encontrado un fragmento de Éxodo escrito en caracteres cuadrados en vez del viejo alfabeto hebreo. Este es el texto más antiguo en hebreo cuadrado que se conoce y data del siglo III antes de Cristo.

En el período persa, la escritura aramea era un medio internacional de comunicación y de uniformidad en todas las provincias del imperio; pero una vez que éste cae, comienzan a hacer su aparición las diferentes versiones de la escritura aramea. Ya que la fuerza unificadora que lo sostenía, el imperio, no existe, el alfabeto arameo va a adquirir un sinfín de matices y desarrollos: uno de ellos será el hebreo cuadrado.

En el Talmud de Babilonia leemos:

"Originalmente la Torah fue dada a Israel en hebreo arcaico y en la lengua sagrada; más tarde, en el tiempo de Esdras, la Torah fue dada en la escritura siria (es decir, aramea introducida por los asirios como escritura oficial) y en la lengua aramea. Ellos seleccionaron para Israel la escritura siria y la lengua hebrea, dejando para el pueblo ordinario la lengua aramea y la escritura hebrea arcaica."

Hasta un hombre de la categoría de Judas ha-Nassi, el célebre rabino del siglo III d. C., llegó a afirmar que la Torah había sido dada originalmente en la escritura siria (hebreo cuadrado).

No obstante, ambos alfabetos, el hebreo y el judaico, se solaparon en su uso durante algún tiempo. 

Véase a tal efecto la figura lateral que muestra un graffiti en un osario; el nombre Eleazar aparece en dos renglones en ambos sistemas de escritura.


Aunque los textos de Qumrán son los testimonios más antiguos en escritura judaica, con todo el testimonio más antiguo, aunque solamente consiste de una palabra, es la inscripción de 'Araq el-Emir del siglo VI o V a. C. (figura lateral).

Compuesta de cinco letras solamente, puede leerse en dos formas: 'rbjh, esto es, Arbijah, o bien twbjh, es decir, Tobías.



La figura lateral muestra otro texto en inscripción judaica; fue encontrado en 1908 en Gezer y procede del siglo I a. C. Consta de seis letras cuya transcripción es como sigue: th mgzr, es decir, límite de Gezer.

La figura inferior muestra la comparación entre las 22 letras del hebreo arcaico (líneas inferiores) y las 22 del judaico (líneas superiores).

La figura inferior, una porción de los Salmos, muestra el solapamiento temporal entre el hebreo arcaico y la escritura cuadrada: el texto va en judaico, menos el nombre de Dios, YHWH, que va en hebreo (resaltado en recuadros rojos).

Epitafio de Uzías "Aquí fueron traídos los restos de Uzías, rey de Judá, no abras"

Hasta el descubrimiento en 1947 de los Rollos del Mar Muerto, el papiro Nash (figura lateral) era el manuscrito bíblico más antiguo en el que se contenía la escritura judaica en su etapa más primitiva. Este documento, que fue encontrado en Egipto, es un texto de los Diez Mandamientos y puede datarse hacia el siglo II antes de Cristo. 

Las principales inscripciones conocidas en ese tiempo eran algunas inscripciones funerarias judías de Jerusalén, como el epitafio del rey Uzías (figura superior) y la inscripción de la tumba de la familia Hezir (figura inferior).


Papiro Nash

Otras inscripciones funerarias son graffitis inscritas sobre osarios (figura inferior).

Los Rollos del Mar Muerto contienen material bíblico y otros documentos religiosos escritos por los esenios. 

Aunque no tienen fechas, los estudiosos que los han investigado afirman que son contemporáneos de las inscripciones funerarias mencionadas antes. 

Alrededor del año 70 después de Cristo, los edificios donde vivían los esenios fueron abandonados, pero antes de huir depositaron los manuscritos en las cuevas de Qumrán.

La figura inferior muestra un fragmento del rollo de Isaías hallado en la cueva número 1 de Qumrán; concretamente se trata de Isaías 38:8-40:28.


Manuscrito de Qumrán

La evolución de la escritura judaica ha sido dividida en tres períodos: (1) carácter formal, que sería el sucesor del arameo posterior de la cancillería persa; (2) carácter semi-formal, un subtipo del anterior en el que se aprecia la influencia del arameo cursivo del siglo III a. C., (3) carácter cursivo, sucesor del arameo cursivo posterior y (4) semi-cursivo, un cruce entre tipos de escritura formales y cursivos.

La tabla inferior muestra el alfabeto arameo, en diferentes etapas y lugares, y el judaico.

La escritura judaica cursiva existió hasta el período de la revuelta de Bar Kochba, el año 135 después de Cristo. Sin embargo, la escritura judaica formal, usada principalmente para copiar las Sagradas Escrituras, ha sobrevivido hasta nuestros días.

Tras la revuelta de Bar Kochba, las inscripciones epigráficas judaicas se dividen en dos clases: inscripciones funerarias, encontradas sobre todo en Beth-She'arim (figura superior), Jaffa y Zoar, e inscripciones en sinagogas, descubiertas en varios sitios de Israel. Los epitafios de Zoar (figura inferior) datan de comienzos del siglo V d. C.

Algunas inscripciones de sinagogas estaban hechas en mosaicos en el suelo de las mismas, como la de Hamath Gader (figura inferior).

La escritura judaica acompañó a los judíos a través de las edades en todas las comunidades de la Diáspora, generándose tres estilos que pueden ser distinguidos entre sí: el formal, el semi-formal o rabínico y el cursivo. El estilo formal preservó su forma original y permaneció inalterable. El semi-formal fue usado principalmente para escribir comentarios acerca de las Sagradas Escrituras y de ahí que se llame rabínico, como el estilo de Rashi (figura inferior),

que es un tipo semi-formal medieval desarrollado en Italia. El cursivo (figura inferior) era empleado para la vida diaria. Este último es un derivado del cursivo ashkenazi, que se originó en Europa central y oriental en los siglos XVI y XVII.

La figura inferior muestra algunos de los principales estilos de escritura desarrollados a partir de las letras hebreas cuadradas, pasando por estilos de la Edad Media, hasta las formas actuales.

En la figura inferior se aprecian las variantes de escritura, de acuerdo a la diseminación de los judíos por distintas partes del mundo.

La figura inferior muestra el alfabeto judaico, acompañado del estilo Rashi, comparado con otros sistemas semíticos septentrionales que comparten el orden de las letras que los occidentales hemos adoptado.

La figura inferior muestra la comparación entre el hebreo antiguo y el judaico actual y cursivo.