La lengua guarayú (nyanyanye, ñañañe, guarani'ete), se habla en Bolivia en el departamento de Santa Cruz, en la provincias de Guarayos y Ñuflo de Chávez, Ascensión y San Pablo, Yotaú, Urubichá, Yaguarú y Salvatierra. Según el censo de 1994 la situación lingüística de los guarayo se ha estabilizado e incluso ha habido un crecimiento en el número de jóvenes hablantes, habiendo un total de 6.000 hablantes sobre un grupo étnico de 7.200 personas. La lengua está potencialmente amenazada. En Paraguay se habla en el departamento de Boquerón, en el distrito de Mariscal Estigarribia, en Machareti y en el distrito de Pedro P. Peña; también en el departamento de Concepción. Cuenta con unos 30 hablantes de un grupo de 1.255 personas, estando seriamente amenazada la lengua en esa nación. La inmensa mayoría habla una variante del guaraní paraguayo.
En Santa Teresita los guarayo son agricultores, mientras que en Mariscal Estigarribia la mayoría
trabaja en las instalaciones militares. Los ancianos de estos lugares hablan entre ellos el guaraní-eté, pero la mayoría de los adultos y niños ha perdido su lengua materna y habla ahora el guaraní paraguayo. Sin embargo, en estas áreas existe un alto grado de fluidez en
castellano, ya que se dispone de buenas escuelas. Los hombres, entre los 15 y los 45 años, hablan guaraní y castellano. Y entre las mujeres de esta misma edad, el 80% habla también ambas lenguas.
En Matarife v Muñeca, los guaraní son agricultores. Algunas personas muy mayores hablan todavía su lengua tribal, pero tanto los adultos como los niños hablan únicamente el guaraní paraguayo. El español no se enseña por carecer estas comunidades de escuelas. En la Colonia menonita de Filadelfia los guaraní trabajan en fábricas locales o en fincas menonitas de las cercanías.
Algunos ancianos hablan en ciertas ocasiones en guaraní-eté, pero para la
mayoría de los adultos y niños el guaraní paraguayo es la primera lengua. Entre los adultos de más edad, algunos hablan
un poco de plattdeutsch aprendido de sus patrones; los hay también que han aprendido el castellano de la misma manera. En Filadelfia, los niños de habla guaraní reciben enseñanza bilingüe (guaraní paraguayo
y castellano) en la escuela para indígenas. La estación de radio de Filadelfia difunde también varios programas religiosos en guaraní paraguayo.
En Cayín (o Clim) y en Loma Plata, los guaraní trabajan de jornaleros agrícolas en las fincas menonitas vecinas. Es improbable que haya hablantes de guaraní tribal en estas comunidades, porque
tanto los adultos como los niños parecen haber tenido el guaraní paraguayo por lengua materna. Sin embargo, algunos adultos, entre los hombres, han aprendido
algo de castellano en el trato con sus empleadores. En Pedro P. Peña, los guaraní son también agricultores, aunque a veces trabajan como jornaleros en las estancias cercanas a la frontera
argentina. Jóvenes y adultos hablan aún su lengua tribal debido a que han tenido menos contacto con el guaraní
paraguavo. Los niños aprenden el castellano en las escuelas y los adultos cuando trabajan por temporadas fuera de la comunidad. Los hablantes del guarayo han optado por el guaraní paraguayo en los lugares donde esta lengua impera. Este cambio se ha operado sin mayor dificultad por pertenecer ambas lenguas a la familia
tupi-guaraní y ser mutuamente inteligibles. Si tenemos en cuenta, además, que su número de hablantes es muy reducido,
comprenderemos que el guarayo se halla prácticamente en vías de desaparición.
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