Las lenguas célticas insulares actuales presentan
una serie de características fuera de lo común, algunas de ellas
desconocidas en las demás lenguas indoeuropeas.
Hay estudiosos que afirman que esas características pueden ser el
resultado de la presencia de un sustrato no celta en las Islas
Británicas. Como las invasiones celtas de esas islas tuvieron lugar no
mucho antes del 500 a. C. no se puede negar esa teoría. Por otro lado,
esas características que en su momento parecían exóticas, como la
posición inicial del verbo en la frase, han demostrado ser parte
orgánica de una evolución indoeuropea. Otras, en cambio, como numerar
las cifras de veinte en veinte, son innovaciones, aunque en francés
también existe (quatre-vingts '80') y en danés
así como en vasco.
La característica más notoria del céltico insular es la mutación fonológica que ocurre en
la pronunciación de una juntura de sílaba o palabra. Este es un fenómeno que ocurre en otras lenguas: la acomodación en la juntura de dos palabras A y B que afecta al fonema final de A; pero lo que
distingue al céltico insular es que la acomodación se produce en el fonema inicial de la palabra B.
Otra característica del céltico insular es la
falta de infinitivo en el verbo, cosa que se da en la mayoría de las
lenguas indoeuropeas. Su equivalente es el nombre verbal que s un nombre
estrechamente ligado al verbo, aunque no necesariamente derivado de la
misma raíz. Al ser un nombre puede tener otro nombre seguido en caso
genitivo; por ejemplo en irlandés de la frase téit in ben 'la
mujer va' se puede derivar la frase nominal verbal techt inna mná
'la venida de la mujer' mientras que de marbaid in mnaí 'él
mata a la mujer' se puede formar marbad inna mná 'el asesinato
de la mujer (por él)'.
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