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Rama Semítica

Historia

La región tradicional de las lenguas semíticas es el Asia occidental, en particular Arabia, Mesopotamia y Siria-Palestina. Si el hogar original de estas lenguas hay que buscarlo en la península arábiga o en el cuerno de África es algo que pertenece a la especulación y que no puede ser establecido con seguridad. Aparte de Arabia, el Fértil Creciente y Etiopía también el habla semita se ha difundido fuera de estas regiones en virtud de la emigración o la conquista: la penetración de los árabes en el norte de África y en las islas del Océano Índico; los asirios en Anatolia; o los fenicios por las costas e islas del Mediterráneo. El fenicio fue usado incluso en Karatepe, Cilicia, donde el autor de las inscripciones reales parece haber estado acostumbrado al uso del fenicio para propósitos lapidarios. El arameo ganó una difusión espectacular como lingua franca desde Afganistán a Egipto.

Normalmente se suele hacer una clasificación de las lenguas semíticas según criterios geográficos:

  • semítico nororiental (las lenguas de Mesopotamia),

  • semítico noroccidental (Siria y Palestina), 

  • semítico sudoccidental (las lenguas de Arabia y Etiopía).

A grandes rasgos se puede decir que esta división geográfica se corresponde con la distribución de las características lingüísticas.

El acadio es una lengua semítica nororiental que se hablaba en Mesopotamia 2.500 años antes de la era cristiana y que reemplazó a otra lengua no semítica: la sumeria. Esta última, sin embargo, ejerció un fuerte influencia en el sistema fonético y fonológico del acadio (especialmente en la pérdida de las laringeales) y en la sintaxis. En el curso de la larga historia del acadio ha desarrollado un número de dialectos y ha pasado por ciertas fases lingüísticas fácilmente distinguibles.

Las lenguas noroccidentales semíticas de Siria-Palestina hacen su primera aparición atestiguada en el segundo milenio a. C., especialmente en las inscripciones jeroglíficas de Biblos, en las proto-sinaíticas y en las glosas cananeas en las cartas de Tell Amarna. El amorreo está representado por ciertos nombres propios y alguna peculiaridades lingüísticas de los textos acadios del periodo de la primera dinastía babilónica y especialmente en los textos de Mari. El ugarítico es la lengua del material epigráfico descubierto en Ras Shamra desde 1929 en adelante, siendo la principal lengua semítica noroccidental del segundo milenio a. C. Esta lengua ha influido notablemente el estudio del Antiguo Testamento y la adición del ugarítico al repertorio de lenguas semíticas señala un cambio de dimensiones considerables en el campo de los estudios semíticos.

Hacia el final del segundo milenio a. C. se produce la distinción entre el cananeo y el arameo, al representar el cananeo la manifestación lingüística no aramea de la región siro-palestina. El estudio más atestiguado, longevo y elaborado de este grupo de lenguas (e incluso de cualquier lengua semítica) corresponde, por supuesto, al hebreo. Con un milenio de literatura bíblica precediendo a la era cristiana más 1500 años de escritos rabínicos, así como obras poéticas, exegéticas y filosóficas, incluyendo un siglo de avivamiento moderno de la lengua, el hebreo todavía presenta muchos problemas a los lingüistas. Aunque su posición dentro de las lenguas semíticas no es tan ambigua como puede suponerse, su sistema verbal está lejos de haber entregado todos sus secretos y su sintaxis está esperando todavía un tratamiento exhaustivo de su larga historia. La lengua moabita, representada en el siglo IX a. C. en la inscripción de Mesa, puede ser un dialecto hebreo del tipo cananeo central.

El arameo está atestiguado en una región muy amplia del Cercano y Medio Oriente y en varias formas dialectales, habiendo sobrevivido en varias comunidades aisladas hasta nuestros días. El arameo clásico o imperial (del cual el arameo bíblico de los libros de Esdras y Daniel es un ejemplo prominente) es la lengua que fue empleada bajo los Imperio Asirio, Babilónico y Aqueménida. El arameo occidental está representado por el nabateo y el palmireño, lenguas ambas usadas por las poblaciones árabes, así como por el arameo palestino judaico, que fue la lengua hablada en Palestina en el tiempo de Jesús y durante los primeros siglos de la era cristiana. El arameo palestino cristiano y el arameo samaritano pertenecen al grupo occidental, pero sus documentos literarios no pueden compararse en extensión y diversidad a los del arameo palestino judaico. Un interesante avivamiento del arameo occidental se puede encontrar en la población de Ma'lula en el anti-Líbano.

La principal lengua aramea oriental es el siríaco, que fue originalmente la lengua de Edesa y que desarrolló una rica literatura cristiana atestiguada en dos diferentes formas, caracterizada por divergencias fonéticas: la jacobita occidental y la nestoriana oriental. Otros representantes del arameo oriental son el arameo babilónico, la lengua del Talmud de Babilonia, y el mandeo, la lengua de la secta gnóstica de Mesopotamia. Hay supervivientes modernos del arameo oriental cerca del Lago Urmia y en el vecino Mosul. Esos dialectos arameos modernos han sido estudiados recientemente, con rigor y profundo conocimiento del asunto.

Volviendo a la región semítica sudoccidental encontramos tres representantes principales: árabe, lenguas arábigas meridionales y lenguas etíopes. La posición del sudarábigo con los otros dos grupos no está todavía establecida con seguridad, pudiéndosele asignar un lugar independiente entre las lenguas semíticas occidentales. Que los conquistadores sudarábigos trajeron sus lenguas y escritura a Abisinia es algo que no puede negarse, pero desde un punto de vista descriptivo se ha señalado que el arábigo meridional antiguo está en muchos aspectos en armonía con el árabe clásico y en desacuerdo con el etiópico.

El término proto-arábigo es el que se ha acuñado para describir las lenguas del material epigráfico antecesor del árabe clásico. Las subdivisiones convencionales son safaítico, lihyanita y tamudeo.

El árabe clásico, el árabe por excelencia, vino a reemplazar al arameo como la lingua franca en la mayoría de las regiones semíticas y más allá hasta las costas del Atlántico. Su cristalización lingüística se debe a la poesía pre-islámica y al Corán, mientras que su difusión geográfica y larga supervivencia son el resultado de las conquistas islámicas del siglo VII d. C. De este modo los árabes moldearon un medio supra-tribal de comunicación que trascendía sus propios dialectos y modos ordinarios de lenguaje, convirtiéndose en el más poderoso símbolo de la unidad árabe y en una de las grandes lenguas del mundo.

El antiguo árabe meridional es la lengua epigráfica, dialectalmente variada, de las antiguas ciudades-estado de Arabia sudoccidental (siglos VIII-VI a. C.). Aunque la ausencia de notación vocal y de ciertos morfemas, en su estilo lapidario, han puesto limitaciones a nuestro conocimiento de la lengua, eruditos como Beeston, Höfner, Ryckmans y otros han hecho posible el avance de nuestro entendimiento del sabeo, mineo, qatabánico, hadramita y awsanio. Hasta donde se puede juzgar por la apariencia del esqueleto consonántico, esos dialectos probablemente eran mutuamente inteligibles.

A las modernas lenguas arábigas meridionales, soqotrí, mehri y shawri, se les considera continuación y desarrollo de las antiguas formas de habla, si bien no es posible determinar esto con rotundidad.

El etiópico (ge'ez) es la lengua que echó raíces en suelo etíope como resultado de la penetración arábiga meridional en el cuerno de África. Sus primeros testimonios epigráficos proceden de los primeros siglos de la era cristiana, particularmente en las inscripciones de Aksum. Posteriormente se convirtió en el vehículo de una extensa literatura cristiana que ha llegado hasta los tiempos actuales. Como lengua hablada la ge'ez ha sido reemplazada por un gran número de lenguas semíticas modernas, como la tigré y tigriña, en el norte, y amhárico, harari y gurage, en el sur, sometidas al impacto, variable en extensión, de un número de características cusíticas.

Las lenguas semíticas anteriormente consideradas muestran una cercanía lo suficientemente estrecha como para asumir que en un tiempo hubieron de constituir una sola lengua que, en el curso del tiempo y en virtud de la extensión geográfica, se diferenciaron en una cantidad de dialectos.

Escritura

Excepto los dos alfabetos cananeos, que no se han descifrado, y el maltés, que se escribe con el abecedario romano, las lenguas semíticas emplean tres alfabetos básicos: el cuneiforme, en cuyos caracteres se ha escrito el antiguo asirio-babilonio, y en otra variedad también cuneiforme el ugarítico. La antigua escritura semítica del semítico septentrional era alfabética, uno de cuyos primeros ejemplos se encuentra en las inscripciones de la piedra Moabita (del siglo IX a. C.; se descubrió en 1868 y actualmente se conserva en el Museo del Louvre). 

Los alfabetos árabe y hebreo, de caracteres rectangulares, surgen del arameo en una de las variantes del semítico septentrional; de este alfabeto pudo proceder el griego. Los septentrionales, como el árabe y el hebreo, son alfabetos consonánticos; las marcas especiales que representan las vocales parece que empezaron a emplearse en el siglo VIII. La tercera clase de escritura, la semítica meridional o sudarábiga, pudiera haber tenido su origen en la septentrional, aunque sobre ello no exista acuerdo alguno. Se trata también de un alfabeto consonántico, que se llevó a Etiopía hacia el primer milenio a. C. y de él procede la escritura silábica de las modernas lenguas etíopes.

Dialectos

Las lenguas pertenecientes a esta rama de la familia afroasiática cubren la mayor parte del norte de África, toda la península arábiga, Iraq, Israel, Líbano, Siria, buena parte de Etiopía, la isla de Malta y partes de Irán y Turquía, pudiendo dividirse en las siguientes sub-ramas:

  1. Oriental o acadia, en el que las lenguas pertenecientes a este grupo fueron lenguas de gran importancia en la antigüedad pero todas están extinguidas. La acadia, incluyendo sus dos variantes: asiria y babilónica, se hablaron desde el 3000 a. C. hasta el comienzo de la época cristiana, en una zona que corresponde a la actual Iraq.

  2. Occidental, que a su vez se subdivide en las siguientes dos divisiones:

    • Central, que está formada por:

      • Arameo, una de las más antiguas y extendidas lenguas del Medio Oriente y que subsiste en la forma siríaca, usada en la liturgia de la Iglesia Asiria. Hay cuatro grandes grupos de arameo como lenguas vivas:

        • Ma'lula, en Siria.

        • Turoyo o suryoyo en el sudeste de Turquía y en Siria.

        • Arameo nororiental, en una región septentrional de Irán y partes adyacentes de Turquía y Siria.

        • Mandeo moderno, hablado por un número indeterminado de personas en Juzistán, Irán.

      • Central-meridional, que se subdivide en:

        • Arábiga, que incluye el árabe, principal representante de este grupo con más de 160 millones de hablantes y maltés, hablado por unas 300.000 personas en la isla de Malta en el Mediterráneo, si bien muchos lingüistas lo consideran una lengua diferenciada, muy alejada de los demás dialectos árabes e influenciada grandemente por lenguas europeas, pues la mayor parte de los malteses son cristianos.

        • Cananeo, cuyo principal representante es el hebreo que, tras ser lengua muerta o casi muerta durante siglos, ha revivido en el Estado de Israel, siendo lengua oficial del mismo. Durante la dispersión, los judíos hablaron diversas lenguas, según el país en el que habitaran: judeo-árabe en los países árabes, judeo-español en España y yiddish en Europa central y oriental. Además otras lenguas antiguas pertenecían a este grupo como el fenicio, hablado en la costa de lo que hoy es Líbano y en varias colonias fenicias dispersas por el Mediterráneo.

    • Meridional, en el que se incluyen las lenguas semíticas habladas en Etiopía: amhárico, con 10 millones de hablantes que la consideran su lengua materna y otros que la tiene como segunda lengua. Tigriña, 4 millones en Eritrea, tigré, medio millón viviendo en Eritrea, gurage central occidental en Etiopía y gurage oriental, unos 200.000 en Etiopía. Además en este grupo habría que encuadrar la lengua mehri, hablada en Omán por 50.000 personas y algunos miles más dispersos por Kuwait, Arabia Saudita y Yemen.

Gramática

En las lenguas semíticas, las palabras están constituidas por un conjunto de tres consonantes, que se llaman raíz, portadoras del significado de la palabra. Junto a esto, existen unos esquemas o patrones vocálicos (también pueden ser vocales y consonantes) que se añaden a la raíz y modifican su significado o sirven como flexión, de la misma manera que los sufijos varían el significado de las palabras en otros tipos de lenguas (como el tiempo y el número en la flexión verbal). Así por ejemplo, en árabe, la raíz ktb significa 'escribir' de donde procede kitab que significa 'libro', maktub, 'carta' y kataba 'escribía'. 

La estrecha relación que mantienen entre sí las diferentes lenguas semíticas, se comprueba con la presencia de la misma raíz en varios idiomas semíticos (por ejemplo, slm es 'paz' en asirio-babilónico, hebreo, arameo, árabe y alguna lengua más). En las lenguas semíticas, las consonantes que se articulan en la misma zona de la boca se clasifican en tres grupos: sordas, sonoras y enfáticas o aspiradas, como por ejemplo la serie que se transcribe como g, k, q, del árabe y del hebreo (la q se pronuncia como velar aspirada y en posición más retrasada que la k).

Hay dos géneros, masculino y femenino, con el marcador femenino típico siendo -(a)t. El número es singular, dual y plural, aunque el dual es raro en etíope.

El pronombre interrogativo es man '¿quién?', min/ma '¿qué?'.

El orden de la frase en sentencias nominales es sujeto, verbo y objeto, pero en sentencias verbales es verbo, sujeto y objeto.