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Lenguas de Europa

Historia

Llegar a la conclusión de que buena parte de las lenguas que se hablan en Europa y en Asia pertenecen a una sola familia con un antecedente común no fue cosa que se hizo de la noche a la mañana sino que fue el resultado de tiempo y estudio. Ya en el siglo I a. C. los romanos eran conscientes de la similitud en ciertos aspectos de su lengua, la latina, con la griega; en La Eneida de Virgilio se hace referencia al origen griego de los pueblos de habla latina, si bien este nexo es incorrecto pues ambos, latín y griego, derivan del indoeuropeo y no uno del otro.

Hacia el siglo XII se reconocen similitudes entre ciertas lenguas en textos escritos; por ejemplo, en Islandia un erudito anónimo llega a la conclusión de que el islandés y el inglés están relacionados debido al gran número de palabras que comparten y hacia el fin de esa centuria Giraldus Cambrensis afirma que el galés, cornuallés y bretón son descendientes de una misma lengua, a la que llama "antiquum linguae Britannicae idioma". Actualmente sabemos que estas lenguas pertenecen a la rama brytónica de las lenguas célticas. Cambrensis también sugirió la relación entre las antiguas lenguas brytónicas con el latín y el griego, basándose en similitudes léxicas: sal (latín), hals (griego) y halen (galés). 

Pero la rama mejor situada para presentar evidencias de parentesco era la romance, debido a la ventaja de que su antecesor común, el latín, tenía gran abundancia de registros por escrito, siendo además, durante la Edad Media, la lengua de la Iglesia y del mundo académico. Además el latín tuvo una característica peculiar con sus lenguas hijas, y se trata de que estaba en apogeo cuando estos brotes suyos ya estaban también en circulación. Hacia el siglo XIV, el poeta Dante era consciente del parentesco que había entre las lenguas romances y de la ruptura, que fruto del cambio, se había producido entre los diferentes dialectos.

El primer ensayo general para investigar las lenguas del mundo fue el del erudito suizo Conrad Gesner, quien en el siglo XVI produjo una obra, Mithridates, en la que daba listas de palabras comparativas de un cierto número de lenguas, derivando el francés, el italiano y el español del latín y todas las lenguas del mundo del hebreo.

En 1592 el alemán Hieronymus Megiser publicó unas tablas de cuarenta lenguas y dialectos, incrementando el número a cincuenta en la segunda edición. Uno de los primeros intentos de recolectar listas de palabras y clasificar las lenguas en grupos fue hecho bajo el reinado de Catalina la Grande en Rucia hacia finales del siglo XVIII. La emperatriz comisionó a P.S. Pallas para que compilara y organizara listas de las lenguas del mundo, siendo publicado este trabajo entre 1786 y 1789, conteniendo información sobre 200 lenguas. Aparecían en primer lugar las lenguas eslavas, seguidas de las célticas, griega, romances, germánicas, bálticas, caucásicas, ugro-finesas, iranias, semíticas, túrcicas, etc. Había algunos errores (por ejemplo, el vascuence era clasificado como lengua célticas y el yiddish como semítica), siendo la segunda parte de la lista más geográfica que genética. En la segunda edición de la obra se añadieron 80 lenguas más, por lo que Catalina tiene el mérito de ser una de las pioneras en investigación lingüística, siendo ella misma hablante en tres lenguas: ruso, alemán y francés.

Durante el siglo XIX un jesuita español, Lorenzo Hervás y Panduro, publicó una obra de seis tomos que contenía material sobre 300 lenguas y en los primeros años de ese mismo siglo aparecerá otra obra, publicada por J.C. Adelung, que contiene el Padrenuestro en 500 lenguas. En este trabajo Adelung reconoce la afinidad entre el sánscrito y las lenguas europeas.

Para agrupar las lenguas se recurría especialmente a las similitudes léxicas ; por ejemplo se tomaba la palabra "Dios" y se comparaba su parecido entre lengua y lengua, método que, evidentemente, conlleva grandes riesgos de error.

Pero el hombre que ha pasado a la historia como el padre de la agrupación de lenguas bajo el epígrafe indoeuropeo fue William Jones, quien en 1786 postuló la relación genética entre lenguas aparentemente distanciadas entre sí.

Datos

Todas las lenguas que se hablan en Europa, salvo el vascuence, pertenecen a la familia indoeuropea, a la uralo-yucaguira o al complejo caucásico. El vascuence se habla en el norte de España por una población cercana al millón de personas y por varias comunidades de vascos residentes en otras partes del mundo. Esta lengua no es posible encuadrarla con seguridad dentro de ninguna de las familias lingüísticas actuales, aunque se han hecho intentos de relacionarla con las lenguas del complejo caucásico.

La familia indoeuropea es la más extendida de las mencionadas, cubriendo la mayor parte de Europa y extendiéndose por Asia (Irán, Afganistán y Pakistán) hacia la India. Los emigrantes europeos que a finales del siglo XV en adelante se expandieron por América y luego por el Pacífico, llevaron lenguas europeas por América, Australia y Asia septentrional.

La familia urálica, que incluye el finés y el húngaro, se habla principalmente en el norte de Europa y se extiende más allá de los Urales hacia Asia noroccidental, aunque el húngaro es una isla, rodeada de lenguas indoeuropeas, en el centro de Europa.

Las lenguas caucásicas no son una familia en sí sino tres, aunque se hable a veces de familia caucásica, pero en realidad se trata de un término geográfico y no lingüístico, por eso nosotros preferimos denominarlo complejo caucásico. Se hablan en las montañas del Cáucaso, siendo el georgiano la lengua mejor conocida de tal complejo.

Dialectos

 

Escritura

 

Gramática

 

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